Mediante la ganadería intensiva, los animales se alojan en condiciones que maximizan la productividad en el menor tiempo posible. La carne y los productos lácteos, por ejemplo, se obtienen de esta manera.
El objetivo de reducir costes es lo que distingue a este tipo de producción animal. La actividad resulta así más rentable.
Sin embargo, hay muchos que rebaten la idea de que la ganadería intensiva comprometa el cuidado de los animales para aumentar el beneficio económico. Además, utiliza más agua y energía por unidad generada. Esto contrasta con la cría extensiva de ganado.
De acuerdo con el laboratorio Copisa, estas son algunas ventajas de la ganadería intensiva:
- En comparación con la ganadería intensiva, es más eficiente, ya que produce más con la misma cantidad de insumos.
- Es adaptable, lo que significa que puede cambiar de rumbo en respuesta a los cambios en la demanda de los consumidores. Así, es factible mejorar el suministro de alimentos.
- Los precios de los productos son más competitivos que los derivados de la ganadería extensiva.
- La uniformidad del producto contribuye a hacerlo más atractivo para los consumidores.
Ejemplo
Las granjas avícolas, donde los animales son tratados frecuentemente con hormonas para favorecer su crecimiento, son un ejemplo de producción ganadera intensiva. Además, suelen utilizar iluminación artificial sin parar. Como consecuencia, los animales comen más de lo habitual y permanecen despiertos más tiempo.
Sin embargo, hay que mencionar que existen casos de ganadería semi-intensiva. En estas situaciones, la innovación lleva a implantar instalaciones como bebederos, corrales y otras cosas. El objetivo es reducir la cantidad de hectáreas necesarias para criar al animal en un sistema ganadero a gran escala. Además, el animal recibe piensos complementarios al pastoreo para mejorar su estado nutricional. Las ovejas de algunas naciones latinoamericanas emplean este tipo de técnica.